España es tierra de conejos. Así lo indica su nombre, procedente del término i-spn-ya –Hispania-, utilizado por los fenicios para referirse a la Península Ibérica. Ya en la Edad Media, desde los monasterios, se impulsa la domesticación del animal, hasta entonces considerado sólo presa de caza. Tener un acceso fácil instaura su consumo, convirtiéndolo en lo que hoy en día es un producto tradicional y fundamental en la dieta mediterránea.